La flor en cuestión. Ya he explicado el significado de la flor, su sentido profundo. Algunos motivos para volver y volver a doblarla. Ahora hablaré de lo que se puede hacer con las manos. La práctica.
Como ya he comentado en otras ocasiones, para cada modelo existen numerosos diagramas que no siempre se resuelven de la manera mejor. La técnica perfecta se alcanza en un ir y venir constante entre el análisis del doblez y la naturaleza del papel, la materia a utilizar. Ajustamos y reajustamos los modelos, los origamistas modestos, con variantes mínimas sobre el diagrama original en el número y orden de dobleces, pero me parece a mi esa una lucha inerme.
El modelo perfecto se dobla simplemente por lo que es y tal como es. Se dobla y se siente de una manera orgánica. Más interesante que tratar de modificar el modelo ya existente es investigar como ha de relacionarse el diagrama con la materia real, en textura, tamaño y densidad. Por eso, muchas veces el problema que encontramos (arrugas fuera de lugar, pliegues que se abren asimétricamente, esquinas o puntas rotas o desencajadas) se deriva de la proporción alcanzada entre esos tres elementos respecto al diagrama original: la medida del papel (su escala), la presión que le aplicamos en función de su textura y la dirección de las fibras, o de su densidad.
Estoy convencida de que existe una matemática perfecta entre la geometría y las proporciones de estos factores aplicados a una figura cualquiera... pero dejo ese trabajo para el origamista científico, que los hay, para el ingeniero. El origamista intuitivo es simplemente sensible; trabaja en una cuerda floja, prueba y error, error y prueba... y, como un artesano o un cocinero, alcanza su propia fórmula secreta, su propia magia, algo que no se puede compartir ni comprometer.
Leila de La Trenza hablaba del poder de la repetición, pero más que la mera repetición meditativa –que es también parte del camino– hay (debe haber) en los gestos repetitivos una búsqueda de ese exacto equilibrio entre el modelo abstracto y la materialidad.
Así, algunos modelos de lotos clásicos imperfectos que doy por descartados totalmente de mi repertorio de gestos. Se trata de modelos cuyo nivel de geometría o abstracción no he conseguido todavía resolver desde una relación lo suficientemente interesante con la materia.
Pero recomiendo en particular algunos videos que en cambio sí nos llevan por una camino interesante de investigación:
Como ya he comentado en otras ocasiones, para cada modelo existen numerosos diagramas que no siempre se resuelven de la manera mejor. La técnica perfecta se alcanza en un ir y venir constante entre el análisis del doblez y la naturaleza del papel, la materia a utilizar. Ajustamos y reajustamos los modelos, los origamistas modestos, con variantes mínimas sobre el diagrama original en el número y orden de dobleces, pero me parece a mi esa una lucha inerme.
El modelo perfecto se dobla simplemente por lo que es y tal como es. Se dobla y se siente de una manera orgánica. Más interesante que tratar de modificar el modelo ya existente es investigar como ha de relacionarse el diagrama con la materia real, en textura, tamaño y densidad. Por eso, muchas veces el problema que encontramos (arrugas fuera de lugar, pliegues que se abren asimétricamente, esquinas o puntas rotas o desencajadas) se deriva de la proporción alcanzada entre esos tres elementos respecto al diagrama original: la medida del papel (su escala), la presión que le aplicamos en función de su textura y la dirección de las fibras, o de su densidad.
Estoy convencida de que existe una matemática perfecta entre la geometría y las proporciones de estos factores aplicados a una figura cualquiera... pero dejo ese trabajo para el origamista científico, que los hay, para el ingeniero. El origamista intuitivo es simplemente sensible; trabaja en una cuerda floja, prueba y error, error y prueba... y, como un artesano o un cocinero, alcanza su propia fórmula secreta, su propia magia, algo que no se puede compartir ni comprometer.
Leila de La Trenza hablaba del poder de la repetición, pero más que la mera repetición meditativa –que es también parte del camino– hay (debe haber) en los gestos repetitivos una búsqueda de ese exacto equilibrio entre el modelo abstracto y la materialidad.
Así, algunos modelos de lotos clásicos imperfectos que doy por descartados totalmente de mi repertorio de gestos. Se trata de modelos cuyo nivel de geometría o abstracción no he conseguido todavía resolver desde una relación lo suficientemente interesante con la materia.
Pero recomiendo en particular algunos videos que en cambio sí nos llevan por una camino interesante de investigación:
- Dan Bergman
- 624454
- Noelia Ávila
- Origami Fun (lo dobla como Dan, pero nótese que en el pliegue final del interior de los pétalos le da dos vueltas sobre sí mismo al pliegue final, mientras que Dan le da solo una; esto es difícil de hacer si el papel no está mojado o si no es muy fino)
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