Tuesday, November 29, 2011

AMOR PUNTO FINAL

Existe una manera en que el amor se acaba como se cierran las paginas de un libro. Amor punto final.

En que dos personas, al principio tiernas y entregadas, empiezan a dejar de saber pasar las páginas de un libro, lo más simple de este mundo. Donde antes eran todo posibilidades, hoy se cierra el horizonte de expectativas.

Quieren que la historia se acabe, el libro les aburre, no consiguen avanzar o no les gusta el argumento. Ya no saben tampoco leer en diagonal ni leer entre líneas, en los blancos del papel, que es el lugar donde el amor siempre habita.

Pasan de leer el libro a habitar soledades sin caricias ni palabras. Lugares donde no existe suavidad ni la luz del papel, ni el perfume de sus hojas, ni la serenidad de la lectura rutinaria cada día.

Uno, que es siempre personaje de si mismo, se descubrirá fuera del libro habitando el personaje triste, cínico, o solitario que ya era; la otra buscando un amor inacabable, un libro sin final, compañía para la eternidad.

Hay páginas marcadas y hay subrayados de cosas que se han dicho. Hay páginas arrancadas y páginas que te hubiera gustado que lo fueran. Hay pasajes preciosos y páginas favoritas, notas al margen de cosas que te llamaron la atención. Casi todos nos quedamos atrapados al principio.

Pero es que hay personas que no saben leer el libro del amor, ni habitar en las entrañas de un libro.

Ávido lector, díme que el amor no tiene punto final.

1 comment:

El que va y viene said...

Existe una manera en que el amor empieza con una palabra que se escribe en una página en blanco. Amor palabra inicial.
Una palabra que siempre guardas en tu corazón esperando a descubrir la pluma que algún día la escribirá.
Y un día la escribes en un libro de páginas blancas, vírgenes. Una palabra que procrea palabras que forman una frase. A su vez, la frase imagina nuevas frases al son de la tecla susurrante de un piano. Y la pluma baila entre páginas menos blancas, y la historia se escribe y se vive.
Y otro día, la pluma se enfrenta al abismo de la página final y se detiene; se volatiliza mientras pasas páginas buscando tu palabra. Es otoño, las hojas caen y la pluma que no existe mancha con su tinta el jardín de palabras amarillentas. Ya no te acuerdas de la palabra, pero ella sí se acuerda de ti: se cobija del frío y desasosiego en tu corazón.
Tienes la palabra, siempre la tendrás. Ese es el amor inicial y final, el que nunca marchita. Escribirás nuevos libros, leerás o quemarás los antiguos. Empuñarás plumas grandes y pequeñas, soeces o elegantes.
Pero siempre quedará tu palabra.