© fotografía de Manuel Granados, muñecas Origlam 2008
Arde la mujer y un músico de Noh seguirá tocando. Se repite inmemorial, en el templo del teatro japonés, la historia de la serpiente de fuego.
Perece la mujer, pero vive para siempre un músico. No el músico Noh, sino su tambor. El tambor eterno de Noh que sonaba por la salvación de las almas.
Muere esta mujer, pero el tambor del amor seguirá sonando. No el suyo, no para Él, ese monje cobarde escondido en una campana sagrada. Él jamás escuchó el tambor. Por eso jamás podrá ser Baile, Música. Fuego.
Su historia es la de Ella. Él nunca podrá Ser. Nada es lo que es en la Nada.
The woman burns and a Noh musician will continue playing. The legend of the fire serpent repeats itself, immemorial, in the temple of Japanese theatre.
The woman perishes, but a musician lives on for ever. Not the Noh musician, but his drum. The ever-living Noh drum that sounded for the salvation of souls.
This woman dies, but the drum of love will continue to beat. Not His, not for Him, that cowardly monk concealed in a sacred bell. He never heard that drum. And so he will never be able to become Dance, Music, Fire.
His story is that of Her. He will never be able to Be. Nothing is what it is in Nothingness.
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