Friday, June 27, 2008

La casa


Abrimos todas las ventanas de nuestra casa... abriste todas las puertas correderas de papel de arroz... pero no era posible borrar la malevolencia. Tu sigues atrapado entre sus paredes, su espíritu maléfico no puede ser desterrado de ella. No eres capaz de ver el jardín más allá. Nunca supiste ver tampoco las flores en la alcoba.

Después quisimos realizar un ritual sintoísta para poder limpiarla, quemando ramas alrededor del recinto y barriendo el polvo hacia fuera. Ni aún así era posible borrar del lugar la fuerza de la tierra. No, tu apego malévolo.

Habría que desmontarla como los templos budistas, que cada cien años se destruyen y se vuelven a construir madera a madera. Entretanto su espíritu murió. El jardín se iba abandonando y desaparecía entre la naturaleza. Muchas plantas dejaron de florecer y el agua dejó de correr rumorosa.

Su alma vaga hoy perdida por tu culpa, atravesando noches y campos calurosos, de chillido en chillido, en el grito traspasado de los grillos que no cesan. Que se llaman y no se encuentran.

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