Realmente los mejores regalos son cosas insignificantes. Entre mis muchos regalos esta Navidad, todos muy hermosos por el sentimiento de quienes los entregan, aparecieron estas dos delicias que os fotografío. Unos paquetes de mi té japonés favorito, envasados al vacío en un exquisito envoltorio de papel "emplumado" y "dorado". Y semillas llegadas del Pacífico de mis plantas japonesas favoritas, la paulonia sobre todo, árbol de la doncella casadera. No puedo esperar a iniciar la plantación...¿Crecerá la paulonia lo suficiente en este tiempo de vida que me queda? ¿Llegarán a florecer?
Y pensando en el
murasaki, el color que todo lo ennoblece, llegó también esta hermosa felicitación de Jorge, uno de mis alumnos más queridos y admirados.
Con ese ánimo le até el cabello
y con grandes plegarias destinadas a perdurar,
mientras no se desvanezca el tono oscuro del color violeta.
(Su excelencia el padre de Aoi)
¿Se puede pedir más?
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