Por fin encuentro el tiempo para publicar algunas fotos de la instalación de Philip Geist, en cuya performance participé durante su presentación en Barcelona el pasado mes de Junio. Quería hablar de esto con detenimiento porque el trabajo de Philip merece atención.
Philip Geist es un artista que trabaja la transformación del espacio público con materias sutiles. Música, sonido, luces y estructuras arquitectónicas abstractas o que ocupen el espacio por el que circulan las personas de los lugares en los que interviene, estos son sus materiales. En este ocasión, utilizó pequeñas figuritas planas de origami a tal fin, en lugar de las grandes geometrías.
El trabajo de Philip es mucho más visionario de lo que las fotografías apenas dejan entrever. Muy técnico, muy reflexionado, pero con unas raíces muy fuertes en una percepción sensorial ubicada en el propio cuerpo para darse a la visión desubicada de los otros. Gracias a la introducción física del origami, su trabajo adquiría la magia de las antiguas cajas de luz, de los museos de autómatas, de los teatros de sombras, abandonando para siempre el aura fría de las modernidades meramente tecnológicas. Un pequeño, artesanal y primitivo cine visual desarrollado a partir de la tecnología mixta del computador y de los objetos proyectados.
Además de todos esos efectos ópticos relativos a la posición del que da a ver respecto a lo que se ve y respecto a quien mira, esta instalación tiene además una dimensión narrativa. Escenifica y cuenta para el público una historia abstracta de soledad a través de las grullas. La soledad del vuelo, la soledad de aves que no se encuentran o que entrechocan a través de paisajes y ruidos imposibles, decididamente urbanos e industriales.
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