Saturday, September 06, 2008

En un jardín japonés

Ayudamos a la naturaleza a crecer. Con nudos y retenes que todo lo transformaban. Crecían los árboles y crecerán los pinos apoyados en todo lo que les di. Un árbol lloraba, y el otro gemía, y el otro se lamentaba por los brotes que todos aquellos retenes impedían. Pero todos, todos ellos se doblegaban, se retorcían, adoptando las formas más apropiadas. Su verdadera naturaleza. Árbol de pino ¿crecerás bien así, en el invierno, cuando la nieve te pese en las ramas y tus troncos crujan, con todo su peso, apoyado en mi?


A veces acariciamos a la naturaleza. Poníamos estopa, lienzos, mallas para evitar que el nudo así aplicado estropeara la madera mientras toma su forma. También para abrazar a aquellos troncos más viejos y frágiles, los más quebrados, aquellos que se abrían y desgajaban como una fruta abierta o como un cuerpo desgarrado, doloridos, resquebrajados por su propia naturaleza, antigua, seca o desgastada. Evitaríamos así cualquier tipo de cicatrices y lentamente el cuerpo del tronco del pino se cerraría sobre si: se hacía más fuerte, más compacto, se curaba. Esto podía durar cien años.


Ser tronco y ser de pino no es fácil. Árbol del pino, ¿no te gustaría más ser como el bambú? ¿Tan fuerte y tan flexible como es el bambú, que baila y que canta con el aire? ¿Que sopla y susurra por la noche, con el agua, con el viento? ¿Que roba y a la vez retiene, de la Tierra, toda su fuerza para existir?





Árbol del pino, a ti, en cambio, te tocó ser un árbol recio y seco, de agujas oscuras y afiladas. Noble, siempre tan noble, siempre tan seco. En ti y a través de ti solo silba el aire, ya no susurra. A través de finas agujas afiladas.



Árbol del pino, viejo tronco desgarrado, siempre recordarás a la chica del bambú, entre cuyos tallos tiernos y sensibles te podías sentir acunado. Árbol del pino echarás de menos sus caricias, sus murmullos. Porque los bosques de pino no crecen nunca entre el bambú. Aunque algunos jardineros intenten lo contrario.




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