Se está celebrando estos días en Nara, pero estuvo antes en Chiba y Fukoaka, una gran exposición de kimonos pertenecientes al coleccionista William Sturgis Bigelow y que se conservan habitualmente en el Museo de Bellas Artes de Boston, donde se alojan algunas de las mejores colecciones de arte oriental de todo Estados Unidos.
Bigelow era médico y había estudiado en Europa con Pasteur. Era amigo del filósofo y escritor hispano-hindú Ernst Fenollosa y en la década de 1880 viajaron juntos por Japón, donde Fenollosa había llegado como profesor de lógica y estética para la Universidad Imperial de Tokio.
Aunque Bigelow llegó para pasar tan solo unas vacaciones, acabó permaneciendo siete años en el país y se convirtió en uno de los grandes adalides de la belleza de Japón y las relaciones internacionales con Estados Unidos.
La mayor parte de la colección textil de Bigelow se formó entre 1882 y 1889, aunque al menos hasta los años 1920 siguió coleccionado o comprando kimonos también en Europa y Estados Unidos, que luego donaba al Museo de Boston. Muchas veces facilitaba las transacciones para que el Museo comprara directamente sus nuevas piezas en Japón. Bigelow no solo coleccionaba kimonos, sino espadas samurai y todo tipo de objetos bellos hasta llegar a 40.000.
Es interesante observar la evolución de las adquisiciones de Bigelow y su profundización en los estilos de belleza del kimono.
Aunque la colección en su inicio era algo ecléctica, posteriormente son más numerosos los kimonos masculinos para el teatro Noh (atsuita, karaori) del siglo XVIII al XIX y hacia el final se complementa con ejemplares modernos de boda o de mujer (uchikake, furiosode).
Dominan en esta colección los diseños en damero (dangawari) y el estilo Meiji, pero también llegamos al Taisho y hay bellos ejemplos de kimonos pintados. Los precios de las adquisiciones oscilaban entre los 100 y los 8000 dólares de la época, sin que fueran siempre necesariamente representativos de la antigüedad de la pieza. Muchos de los más bellos vestidos están detallados con papel dorado antes que hilo o bordados.
Tres flores clásicas de la tradición japonesa: kikyo, asagao y kiku.
Uno de mis diseños favoritos es este kimono con detalles de origami de tradición samurai: hana-noshi, envoltorios de papel para flores. Algo que siempre les digo a las estudiantes de ikebana que debieran aprender. Y por supuesto esas ramas de pino perennes.... junto a las flores y pájaros estacionales. Para recordarnos siempre el deseo de longevidad. Lo eterno y lo efímero. Tenemos mucha suerte de que tantos bellos kimonos de seda se hayan podido conservar fuera de Japón.
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